miércoles, 11 de julio de 2012

Presente, pasado, futuro y todas esas tonterías

Tiempos difíciles. Mucho. Periodos incomprendidos, sentimientos confundidos, esfuerzos vencidos. Ilusiones rotas, distractores perdidos. Una nueva etapa.
Reencontrarse en medio de la vorágine de elementos que no hacen más que obligarme sucumbir ante mi propia sensibilidad. Ante una soledad inesperada. Ante un deseo que no se va.
Meditaciones que no llevan a ningún lugar. Comenzar de cero. Dejar atrás un estilo de vida de una década, de muletillas emocionales de una década, de tradiciones laborales de 10 años. Centrarse. Buscar de nuevo, reintentarse. Con emociones que no se van pero que deben de trabajarse de manera distinta para obtener resultados distintos.
Codificarse en otra frecuencia.
Perdonar,
Olvidar,
Desear el bien.... esperar lo bueno.
Dicen que lo que viene conviene y que todo pasa hasta la ciruela pasa.
Espero, confío, deseo y lucho en contra de mí misma.
Me muerdo los dedos, a veces los amarro para limitarme, para dejar en mi interior lo que realmente siento, y pienso.
 A veces no puedo.
Cometo errores que resultan ser imperdonables. Me gano títulos de insoportable.
Y entonces ¿yo por qué soporto?
Nuevos aires por favor. Pronto!
Nuevos deseos, esperanzas, ilusiones y sobre todo sonrisas.
Carcajadas de las que duelen en la panza.
Brillos inocultables en las pupilas.
Chapas de felicidad.
Plenitud y complicidad interna, que deje de ser secreta.
No volverme a equivocar en mis apuestas.
Olvidar el árnica para el corazón.
Despertar con sonrisas. Erizarme con miradas. Saberme propia y ajena en el roce de una mano.
Eso,
lo que no he vivido.
Todo eso... sin luchas de egos.
Así... por que tenga que ser. Porque el corazón lata en una mirada. Porque estemos ahí en el lugar y el tiempo indicado para reconocernos y permitirnos conocernos y dejar crecer la magia. Y alimentarla.
Así...
como me gustaría
Como debería construír una gran historia llena de esas cosas que sólo a mi me pasan.

lunes, 16 de abril de 2012

Crecer o cambiar?

No recuerdo exactamente cuándo fue la ultima vez que me sentí así. No bien, no mal, no nada. Solo a la espera.
Quizá fue cuando salí de la universidad. En aquel entonces en donde además de tener el corazón roto, no tenía ni la más remota idea de qué hacer con mi vida, pero tenía la amenaza de que era el momento de comenzar a "ganar dinero" para mantenerme.
Recuerdo vagamente que en aquel entonces pasé no se cuánto tiempo acostada en mi cama viendo televisión. Literalmente me tatué las marcas del colchón en la espalda.
Tampoco recuerdo cuál fue el motivo que me hizo levantarme de la cama de golpe, pero lo hice. Y de alguna manera conseguí trabajo, el primero, el segundo, el tercero, el cuarto y llegué a los 30 y los pasé y llegó el día en el que me di cuenta de que ya no disfrutaba lo que hacía, y ese día decidí cerrar los ciclos de manera correcta porque no es lo mismo tener la responsabilidad de pagar la renta que flotar entre profesiones porque aún se cuenta con la mesada de los papás.
Y bueno, las horas, los días, las semanas corren en mi contra. En contra de lo que he tenido que poner en pausa por meses obedeciendo una instrucción de alguien más que hoy me tiene pasmada. Y necesito tanto tanto aclarar cosas. Cerrar ciclos, encontrar un nuevo empleo. Que espero que llegue del mismo modo que sucedió hace años. Así, como si nada. Ese que era para mí y que por fin este mar de angustia concluya.

domingo, 11 de marzo de 2012

Sin tormentas

Y ahora que han pasado los días pasados que por esta ocasión fueron realmente tormentosos. Hoy disfruto la mañana con la última taza de café que queda en esta casa en donde aún no tengo ganas de ir a comprar la despensa.
Leo, con ganas... con muchas.
Y con más ganas de arreglarme, ponerme linda... con alguna tela que incluya flores, como preludio a la temporada primaveral que espero con ganas sea mejor que muchas de las pasadas. Tengo todas las ganas de sentarme en una terraza donde si tengan café, desde ahí; mientras leo,  disfrutar del sol del aire y ( de ser posible ) hacer magia...

Aquí algunas imágenes de momentos nuevos, viejos y muchos otros eternos...

http://www.flickr.com/photos/tamgmy/

jueves, 8 de marzo de 2012

Mar....so?

Abrir una vez más una página en blanco. Con las manos moradas por el frío. Con los dedos paralizados por las ideas. Con la cabeza dividida entre lo laboral y lo personal. Con la preocupación de mis cosas, de las de mi trabajo, de las de los demás.
De mis canas, de mis enojos, de las experiencias desagradables por primera vez vividas. De las reacciones pasmadas que aú me tienen enojada
De la impotencia....
De la incertidumbre....
Del aprendizaje forzoso....
De sonreír y seguir para llevar el día de manera placentera.

De personas desconocidas que resultan conocidas; de las conocidas que dejan de serlo.  De las nuevas amistades.

Todo lo que está pero no quiere salir. Ese miedo, mis miedos. Tan certeros y absurdos. Y el tiempo. Imparable.
Y la cobardía.        Y la necesidad de decidir.        La exigencia propia de la vida misma de vivir, y no hacerlo de cualquier manera. Hacerlo de mejor manera.
De la mejor posible.
De la que recuerdo haber imaginado. O lo más parecido a lo que imaginé.
En algún momento. En cualquier momento..... Eso sí. Antes de eso.... tengo que ir a hacer compras al súper.

domingo, 4 de marzo de 2012

Y por qué no?

Tengo tanta hambre que siento que hago bizcos..  Pero no me importa. Hoy no me importa. Hoy no busco qué comer ni con qué llenar mi vacío, porque más allá de cualquier cosa, el vacío interno; llenado por comida a esta edad (33 recién cumplidos) se multiplica a gran velocidad en células adiposas y en flacidez que desafortunadamente no puedo combatir ya que ni tengo un marido que lo pague, ni gano lo suficiente como pasarme todo el día en tratamientos de belleza y cremas caras.
Qué difícil es todo esto. Qué difícil es sentirse enojada con el mundo porque el mundo no entiende lo que uno siente. Qué difícil es querer irse al lugar más lejano que exista, con el clima más extremo, con el idioma más incomprensible y ahí forjarse una vida.
Todo es tan distinto de como lo imaginé cuando era pequeña.
Quizá, con esa premura alguien pueda entender mi decepción mi angustia y sobre todo mi sentimiento de fracaso ante lo que me he encargado de forjar en mi.
Vale más o vale menos dar detalles. Los detalles los saben las personas que me conocen.
Sólo si no fuera cobarde.
Sólo si tuviera más voluntad, más fuerza, si fuese más combativa..... Si lograra conseguir esa varita mágica para hacer cambiar sólo mi vida sin afectar la de los demás....
en fin....
muchas cosas que hacer..* que replantear... o simplemente resignarme a que la vida se me vaya entre las manos a la velocidad a la que a ella se le de la gana

lunes, 13 de febrero de 2012

Borradores pendientes....

Haciendo una revisión, encuentro una tonelada de borradores sin publicar.... No tienen un orden. Son sólo ideas y cosas que pasaron.... Y que no publiqué no sé por qué.. Quizá porque no las terminé.... en fin.... aquí van.

Destellos fresas en la cabeza

(Enero 27, 2012)

Siempre quise hacerme algo así como un cambio radical. Creo que en la secundaria soñaba con raparme el pelo. Tiempo después caí en cuenta que mi vanidad era superior a mi impulso por ser diferente y que quizá mi cabeza no era lo suficientemente perfecta como para manejar el look rapado con la dignidad que se requiere.
Creo que ahí comenzó la vaga idea que recorrió mi mente durante años de volverme pelirroja.
Si, como en casi todas las experiencias de vida que he tenido; la opinión de mi papá siempre ha sido de gran influencia, y por una razón conocida, él siempre dijo: puedes hacer con tu cabeza lo que quieras menos pintarla de rojo.
El tiempo pasó y gracias a la herencia materna y a las irremediables y rebeldes canas que afloran a una velocidad de récord he pasado por toda una paleta de colores con tal de evitar esos destellos plateados que cada día brillan con más intensidad recordándome, el inminente paso del tiempo.
Así que bueno, fui castaña, castaña oscura, intenté disimular el tono plateado con luces doradas, evité el rubio por obvias razones de tono de piel pero jamás de los jamases me atreví a solicitar un rojo.
Tiene más de dos semanas que he rondado todos los pasillos del supermercado viendo las cajas con tonos fresa, mandarina, rojo pasión, cobrizo intenso y toda la gama de nombres ridículos que se le ponen a las cajas de tinte.
No podía decidirme. Pero quería hacerlo.
Hoy por azares del destino, mi mañana me llevó a recoger unos documentos a un "salón de belleza" en la zona rosa.
Y ahí estaba yo. Delante de una pared de espejos. Con un hombrecito que ofrecía con una fluidez de experto un catálogo de tonos rojizos que podía aplicar en mi cabello para hacerlo (y hacerme) lucir no sólo distinta, sino casi perfecta.
Con la seguridad de un verdadero maestro, ese pequeño hombrecillo que no puede tener más de 24 años logró marearme con una verborrea de ideas para mi cabello y logró convencerme de que él era un artista y lograría hacer con mis puntas muertas una verdadera obra de arte.
Fue así que a la una de la tarde me sentó en su silla de acrílico fosforecente y comenzó con algo que él llamó "extracción de color" (procedimiento que costó casi la mitad del precio total de su "obra de arte"). Untó una crema en la mitad de mi cabello. Si; en la mitad, solo de los medios a las puntas y me dejó ahí el tiempo suficiente para que yo me pusiera al "día" con los chismes de las típicas revistas que son literatura básica en esos lugares.
Después de lavarme la cabeza y secarla; (en donde pude recordar el tono original de mi cabello), preparó una mezcla con un tono rojo eléctrico que aplicó por mechones mientras llenaba mi cabeza con papel estaño; tanto que seguramente con un poco de electricidad hubiese logrado hacerme una lobotomía.
Después tomó otro tono de rojo.... lo aplicó en los mechones libres mientras me contaba todas las historias de las "damas" de la Zona Rosa a las que les pone hasta 400 extensiones con "microchip" en la cabeza, que lo contratan en la madrugada para cambios de look entre baile y baile y; quizá al notar mi miedo de quedar literalmente con look de "teibolera"; cambió radicalmente el tema para hacerme sentir segura de que mi cabeza no se vería "vulgar".
Después de muuuchas horas, dos latas de coca light, los chismes de todos los "niños/niñas" que trabajaban en el lugar llegó el último lavado. El momento cumbre.
De espaldas al espejo, secó el cabello. Por momentos podía ver alegría en su rostro. Por otros momentos miedo que intentaba cubrir con seguridad.
Después de la secadora, tomo un tubo para hacer rizos; ya, para ese momento yo sentía que saldría de ahí como Anita la Huerfanita porque incluso había tomado tijeras y yo veía caer mechones color Icee de fresa.
Afortunadamente me dió la vuelta. Y ufff; los dos sentimos alivio. Ni parecía Anita la Huerfanita, ni teibolera ni el rojo era tan rojo ni yo me espanté. Pero eso si... me veo totalmente distinta. (Espero que tanto por dentro que como por fuera)
Así que ahora es el momento indicado para medir si las pelirrojas también se divierten.
Y tenía razón.... sólo un niño/niña de la zona rosa se atrevería a seguirme la corriente en un cambio tan radical.
Me encantó.... Pero si estuvo caríiiiisimo!!!

Juego de serpientes

(Noviembre 3, 2011)

Y asi debería de ser la vida, cada acontecimiento tener la posibilidad de tirar la piel como serpiente, mutar de sensaciones, quitarse el recuerdo que queda grabado en los poros, dejarlo ahí, atrás secándose al sol hasta que se haga chicharron, que quede como polvo, llegue el aire y se la lleve.
Ah qué ganas de arrastrarse por el piso... reptar lenta, silenciosa y zigzagueantemente hasta la próxima sombra. Descansar, tomar el sol. No hacer nada. Y a la menor provocación, estar alerta y lanzar las más mortales y venenosas mordidas.

Cuando no más ya nada te acomoda....

(Septiembre 6, 2011)

El post del día de hoy, tiene como finalidad poder sacar de mis dedos toda la furia que tengo por diversas incomodidades laborales que me tienen a punto de gritar y salir corriendo.
Sí, ya sé que llevo la eternidad quejandome de mi trabajo y no más no lo cambio (cuando en teoría eso es lo que se hace cuando uno ya no se siente bien en un lugar) Pero bueno, tengo mis razones de importancia y por el momento lo único que me queda es esperarme aquí. Pero definitivamente las condiciones de "infraestructura" después de la mudanza al nuevo edificio, han hecho del trabajo algo cada día más intolerable.
Estoy segura de quienes llevaron a cabo el diseño de estas oficinas, jamás en su vida han convivido en una oficina por más de 3 horas. Por lo tanto no consideraron los diversos aspectos que hacen el ambiente laboral insoportable.
Eso de los cubículos "abiertos" en donde uno no cabe (sobre todo cuando manejas una cantidad importante de papeles como es mi caso). Esa "apertura" de espacios hace que desafortunadamente uno tenga que conocer todo ese tipo de prácticas secretariales que yo desconocía por haber tenido la oportunidad de tener mi propio "despacho" durante los 3 primeros años.
Ahora me doy cuenta de la cantidad de veces que las secretarias comen, qué comen, cuántos catálogos revisan al día, ahora tengo conocimiento de que existen catálogos de zapatos, colchas, lencería, platos, vasos, joyería.... ah y que dentro de esos catálogos, también puedes encontrar ropa, más zapatos, más colchas, más tuppers, etc.
Después de rolar los catálogos, vienen las dueñas de los catálogos a tomar los pedidos, y luego que si el zapato no era de esa talla, que si se cambia que si no, que si el color no es el mismo, que costaba más o costaba menos, pero me debes dos quincenas del labial del catálogo anterior......
Tema aparte el asunto de la tanda.... y más cuando los integrantes de dicho "grupo de fomento a la economía" pertenecen a cada una de las oficinas ubicadas en el piso, por lo tanto en día de quincena hay que ver desfilar a los que vienen por su propio pie a pagar la tanda, el que viene a cobrar la tanda, y en el peor de los casos las llamadas eternas buscando a los "que me deben lo de la tanda".
Después pasamos a las llamdas personales. Sin pudor alguno y sin darse cuenta que la modernidad ha llegado a nuestros días y no es necesario gritar por el auricular para que tu interlocutor escuche fuerte y claro; es el momento de poner los asuntos familiares al día, con todos los integrantes de la familia que sea posible. Ah! y también con las amigas, y por qué no, hacerles enlaces después de contarles el drama familiar para que el afectado  -en propia voz-  vuelva a contar el drama al más puro estilo de Libertad Lamarque y así; utilizar (ahora si) la modernidad de la conferencia tripartita, para comentar sin recato alguno lo malhombre, desolbigado, patán, usurero (o sea cual sea el adjetivo que corresponda al drama) es el villano protagonista de la cuestión.
Después pasamos a las comidas, al olor a taco, torta o galletita con café. A las indirectas entre el personal por (obvias razones) de convivencia....
Y así... podría seguir... Por el momento sólo puedo decir. Odio a los "arquitectos minimalistas" (que obviamente sólo han convivido en despachos amplios) y extraño poder cerrar la puerta de "mi oficina"

Treinta y seis días después....

(Mayo 2011,... antes de la Habana)

Sentada en el mismo lugar esperando encontrar la concentración necesaria para olvidar el miedo y seguir haciendo planes. No entiendo por qué me siento paralizada ante lo que sigue. He planeado millones de viajes para tantas personas y ahora que me toca a mi no sé por dónde empezar.
Llevo dos días intentando encontrar el principio de la organización y todo está desorganizado, y yo con una frescura indescriptible sigo pasmada cuando sólo me quedan 18 días para tomar un vuelo para el que obviamente no tengo boleto.
Hace 36 días deseaba huír del país. Y ahora que lo tengo enfrente estoy aterrorizada, creo que en mayor medida es el pánico de enfrentarme a lo que según yo eran mis sueños pero había olvidado en el camino.
Y si me equivoqué? Y si no es por ahí? Y si descubro que para eso no sirvo? Ufff.... Sé que encontraré el modo de tener todo listo en el menor tiempo posible. Pero quisiera (por esta semana) olvidarme de la ansiedad y de eso que antes llamaba presentimientos; que ahora sé que es una rara combinación entre miedo y la terrible voz de mi ego y limitarme a concentrarme en hacer lo que tengo que hacer (y quizá hasta disfrutar el proceso)
Creo que la mayor parte de todo este miedo es por primera vez sentirme sola, libre y sin ningún tipo de atadura más que la que me quiera poner yo misma. Y aunque en el fondo aún extraño y me encantaría poder compartir esto, también sé que de seguir ahí no estaría haciendolo.
Han sido 36 días difíciles (sumado a toooodo el tiempo anterior) de dudas, preguntas sin respuesta, incertidumbre, lamentos, culpas, lágrimas, soledad, silencios que desean ser gritos y de guardar el amor y el dolor haciendo el mayor esfuerzo para que no se conviertan en odio, rencor y resentimiento.
Espero que la distancia, el clima, el acento y el nuevo reto hagan la magia que tienen que hacer para terminar de cicatrizar más rápido la herida.
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Trato tanto de no pensar en tí. Que en momentos como este, cuando releo lo que simplemente sale por mis dedos, no puedo evitar sentir nuevamente el nudo de tu ausencia en mi garganta

Entre ruinas y todos mis Santos

(Noviembre 2011)

Regreso de San Francisco. Después de la noche de sueño correspondiente al largo viaje despierto a seguir los días. Ahora más rara, indiferente. En una piel que no conozco, que intento conocer pero no me gusta (hasta ahora). Pienso en mis viajes, cómo han cambiado con el paso del tiempo y por primera vez en muchos años no tengo la ilusión de que alguien me espere en casa. Y eso me causa indiferencia.
En fín. Pensé hoy en los lugares que he visitado, en cómo me he sentido en cada uno de ellos y con sorpresa reconozco que hay algo de divinidad que debo estar buscando ya que en los últimos 3 años he hecho viajes a puros lugares con nombre de santo. San Cristobal, San Juan Chamula, San Miguel de Allende, San Antonio de los Baños y ahora San Francisco.
Eso me hace pensar o más bien desear hacer un recuento no sólo gráfico sino también emocional sobre esos lugares. Cómo me he sentido en cada uno de ellos?. Qué ha sucedido?. Qué imagenes y qué recuerdos tengo de cada uno de ellos?. Cómo cambiaron mi vida y si es que la cambiaron y/o aprendí algo?. Además tengo muchos nuevos lugares "santos" qué visitar.

jueves, 2 de febrero de 2012

Quiero ahorcarte....

¿Cuánto tiempo puede durar el buen humor de una persona en el transcurso de un mal día? ¿Tú lo sabes?.
Bueno, normalmente tu sabes todo. O casi todo; o muchas cosas. O sobre todo esas cosas que yo no sé, porque según tú llevas de malas días, meses, años... al parecer toda tu vida.
Yo recuerdo haber estado de malas muchas veces, mucho tiempo, quizá desde pequeña y por caprichosa. Pero en los últimos años casi todos mis enojos tienen que ver contigo. Y cada día crecen al punto de ser insoportables.
Así como el enojo de este momento.
Ay! Qué ganas tengo de ahorcarte ahora mismo con mis propias manos. Con las dos. acercarme lentamente a tu cuello y aflojar cariñosamente la corbata casí en un acto de seducción, liberar el nudo, no totalmente; si no lo suficiente para desabotonar el cuello de la camisa. Acercarme lentamente y recorrerte con los labios hasta quedar justo detrás de tí. En esa zona blanca como papel tapizada con chispas color canela. Ahí donde nace el cabello formando un terciopelo fino que al tacto te eriza, me eriza; y ahí, en medio de suspiros cercanos a sutiles jadeos, comenzaría a usar las manos .
Con la yema de los dedos recorrería lentamente tu piel, la parte posterior de las orejas. En un movimiento sutil y programado cual masaje relajante. Tuyo, mío, nuestro. Y con esa nostredad estiraría mis dedos, como midiendo; hasta que mis índices y pulgares se rozaran a los extremos y comenzaría aplicar cada vez; con cierta calma aparente; un poco de fuerza, más y más. Transformando los recuerdos dolorosos, frustrantes inciertos y desesperados en mucha fuerza de despecho. Así lo haría hasta desesperarte. Apretaría con toda mi furia y mi capricho hasta sentir la hinchazón de tus venos y la fuerza de tus manos intentando liberarte.
Justo ahí sería cuando me pondría frente de tí. Con una cínica, dolorosa pero al mismo tiempo tierna sonrisa. Quizá con la más dulce de mis miradas te diría: "pasa algo mi vida"? Pero disfrutaría lentamente el cambio del tono de tu piel. El contorno de cada una de las venas de la frente, la agitación de las aletas de la nariz; y sobre todo, con mucho más gusto y con una curiosidad casi de experimiento de primaria la definición de las venas de los ojos, que poco a poco se tiñen de un rojo tan vivo, y tan llamativo que me gustaría recordarlo para elegir el tono de un vestido.
Así... hasta que dejes de respirar. Hasta que te venzan las rodillas y quedes arrodillado ante mi, con jadeos, lágrimas y suspiros finales. Similares a mis ruegos. Pero en esta ocasión en un sometimiento final. El tuyo.

sábado, 21 de enero de 2012

Historias de sábado

Y qué esperaba que dijera Don Señor. No lo supo. Simplemente esperó y esperó, viendo como la vida pasaba por el marco de la ventana. Cómo el cielo, de azul celeste pasaba a morado y después a negro y se llenaba de puntos brillantes. Dicen que a esos puntos les llaman estrellas; también dicen que hay personas que incluso pasan noches enteras pidiéndoles deseos, a esos puntos y creen en ellas. También dicen que muchas otras se guían de ellas. Para ella eran puntos, en un fondo oscuro, que cambiaban de lugar con el paso de los días, y que eran divertidos de observar desde la ventana mientras esperaba la aparición de Don Señor. 
Pasaron esos puntos de un lugar a otro hasta regresar al mismo, en días había calor, en otros tantos frío. A veces no se podía siquiera abrir la ventana por la torrencial lluvia que se mezclaba con la nostalgia y no sólo hacía llorar afuera. Sino que también adentro. Y no sólo en su rostro. Sino también en su alma. 
Así fue cada mañana, en la que hacía mil preguntas en voz baja. Cómo estará? Dónde estará? Habrá una respuesta?
Con el paso de los días las preguntas fueron variando, y se convirtieron en curiosidad por sentir el sol en la piel, por sentir el aire helado en la cara, por la curiosidad de ponerse un suéter y salir a la calle. Por saber por qué los pájaros trinan con tal intensidad al amanecer y al anochecer y a otras horas no. 
Y aunque la respuesta de Don Señor nunca llegó, y que el miedo a lo desconocido era grande; la curiosidad la mató. Un día decidió salir. Enfrentar el clima, sentir el sol, escuchar que a fuera no sólo hay trinos, sino voces, gente, murmullos, autos, camiones y diversos ruidos que al principio parecían ensordecedores pero que con el paso de los días se fueron volviendo sonidos comunes. Parte del día a día, que fomentó la curiosidad por descubrir cada día más. Por saber qué, cómo, cuándo y a dónde se fue todo el tiempo perdido. El tiempo que ahora esta claramente dibujado en su cabello en hilos plateados, en su rostro con zurdos que definen el estado de ánimo de años que quedó marcado en la comisura de los labios y en las marcas de la frente. 
Y ahí está. Aún con miedo pero menos. Con una nueva definición de esperanza.  Reconociendo que en ocasiones esos puntos brillantes llamados estrellas escuchan sin saber, cumplen sin querer y ponen enfrente un nuevo cielo azul, un nuevo despertar y una nueva oportunidad de comenzar, dejando como un recuerdo en una memoria no muy buena, todo el tiempo a la espera de la respuesta de Don Señor. 

lunes, 9 de enero de 2012

Cajita de té

Hay ocasiones en que de las cosas más simples pueden surgir los recuerdos más extraños; aquellos que queríamos dejar guardados, porque en su momento fueron insignificantes, pero que sin darnos cuenta siempre tuvieron el mayor de los significados. 
Así pasó hoy. Gracias al frío. Fui a la cocina en el típico ritual de una cómoda y friolenta tarde en casa. Hacer una taza de té. Buscar la variedad en la alacena, y darme cuenta que tiene tantos dias que no hago compras que se han acabado casi todas las infusiones. menos esas, las que estaban guardadas en una linda caja roja con tapa café.
Esas que llevan ahí poco más de un año, en esa caja que se abrió solo un par de veces, y que guardaba recelosa tus favores favoritos de té.
De golpe llegó el recuerdo. De todas esas tardes esperando, de la ilusión de tener a la mano siempre algo con qué darte gusto. La caja se convirtió intocable. Con una carga de recuerdos tan densa y tan pesada que logró que durante mucho tiempo mi vista ni siquiera tomara en cuenta su existencia hasta que la necesidad del día de hoy lo logró. 
Ahí. De pie a un lado de la tetera, que rompía el silencio con su insistente chillido; noté nuevamente la existencia de esa caja y del significado de ella y de los recuerdos y de los momentos. 
Fue entonces, que permanecí un rato en la nostalgia; simplemente observando el tiempo perdido que esa misma caja significa. Un par de minutos después y gracias al chillido de la tetera, regresé al presente. Recobré la sonrisa, dejé la nostalgia, rompí el tabú de respetar esas cosas que yo decidí que fueran tuyas, acepté el hecho de que nunca lo fueron y decidí sumergir el recuerdo en agua hirviendo, para así disfrutar del frío contemplando la ventana mientras tomo un té que para mí hoy es de esperanza.