(Noviembre 3, 2011)
Y asi debería de ser la vida, cada acontecimiento tener la posibilidad de tirar la piel como serpiente, mutar de sensaciones, quitarse el recuerdo que queda grabado en los poros, dejarlo ahí, atrás secándose al sol hasta que se haga chicharron, que quede como polvo, llegue el aire y se la lleve.
Ah qué ganas de arrastrarse por el piso... reptar lenta, silenciosa y zigzagueantemente hasta la próxima sombra. Descansar, tomar el sol. No hacer nada. Y a la menor provocación, estar alerta y lanzar las más mortales y venenosas mordidas.
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