martes, 11 de octubre de 2011

Sacudidas inesperadas que regalan golpes de vida

Hoy una de las noticias más tristes que puede recibir alguien llego hasta el auricular de mi teléfono incluso antes de que el sol saliera.
Esa noticia fué la muerte de un ser querido. Muy querido, del que aprendí muchas cosas, a quién admiré y cuya vida con altas y bajas me ha hecho reflexionar en numerosas ocasiones acerca de mi propia existencia.
No sé qué me da más tristeza; el que se va o los que se quedan.
Una historia de amor incondicional incomprensible que llegó a su fin en el famoso "en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad; hasta que la muerte nos separe...." y ese momento llegó hoy.
Qué difícil es darse cuenta de que uno es adulto, cuando los adultos conocidos comienzan a irse. Uno a uno, a dejarnos su lugar en el escenario familiar. Cuando las risas, los cantos y las llamadas son mitigadas por el proceso natural de la vida y no nos queda más que el recuerdo, la trascendencia, las anécdotas, y la enorme tristeza que se acomodará como nostalgia con el paso de los días.
Inevitable es autoanalizar las circunstancias propias, ponernos en los zapatos de los cercanos y prepararnos lentamente para los procesos que sabemos que llegarán pero que en el fondo no queremos que lleguen nunca.
Vivir en lugar de sobrevivir, dejar huella en los demás con una sonrisa y alegría en cada recuerdo. Lograr que la trascendencia sea por atenciones, buenas acciones y cariño incondicional en lugar de los errores cometidos.
Él lo logró, así lo recuerdo, con alegría aunque no pueda evitar el nudo en la garganta después de la sorpresiva noticia.
Aceptar que soy adulta, que el tiempo pasa, que no lo he aprovechado de manera correcta y que siempre hay una sacudida inesperada que lo que busca es sacarte de la niebla y más allá de la tristeza, te regala reflexión y un golpe de vida.
La enfermedad ha terminado.... que tengas buen viaje.

viernes, 7 de octubre de 2011

Otoños primaverales.

Y llegó el otoño, y comenzó octubre, ese mes que dicen que es de las lunas más bellas. Las hojas de los árboles comienzan a caer y por algún fenómeno extraño (quizá el calentamiento global) a mis días, en pleno otoño; han llegado mariposas.
Llegaron de la mano del primer día de octubre, al principio no reconocí qué eran. Hoy sé que si son mariposas y que conforme avanza el mes, revolotean y aparecen más.
Es emocionante.
Me gustan las mariposas.

jueves, 18 de agosto de 2011

Días sin quehacer

De verdad sigo sin entender por que a veces hay tantas cosas que hacer que ni siquiera tiempo tengo de respirar y hay días, (como lo ha sido esta semana) en la que no he hecho absolutamente nada.
A veces siento que venir a la oficina no sólo es un gasto sino un peligro ambiental. Recorrer la ciudad en auto para venir a hacer cosas que puedo hacer desde mi casa?
En fin....  Hoy no se me ocurre en que perder mi tiempo.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Numb

Sentada en el lugar de siempre, en el que se supone que produzco dinero para sobrevivir mientras a mi alrededor las cosas pasan y pasan no sólo para mí sino para quienes me rodean.
"Cuéntale tus planes a Dios y se echará a reír",... hoy más que nunca creo en eso. En que a veces se te van las ganas, la paciencia, incluso la imaginación para hacer más planes. ¿Cómo no contarle si es omnipresente? Entonces si pienso en algo, él estará ahí para burlarse de lo que pienso?
No quiero pensar más. Tampoco quiero escuchar esa voz que existe en mi cabeza (si, si, .. se que se llama conciencia) que me dice cosas todo el tiempo y me juzga.
Quiero nadar de muertito.... así por la vida... viendo el cielo. Flotando en aguas tranquilas y simplemente dejándome llevar, ya sea mar a dentro o a la orilla (aunque seguramente al llegar a la orilla la ola me revuelque). Pero revolcada ya estoy y mucho... así que qué más da.
Esperar.... sin moverse... sin intentar, sin luchar.... tomar lo que venga. Sin planear.

jueves, 11 de agosto de 2011

Pastillitas de la felicidad

Pues en medio de toda una tormenta emocional, hormonal y mental, las pastillitas de la felicidad me han dado cierta claridad (o entumecimiento) para poder llevar a cabo las actividades cotidianas.
Caí de nuevo en un rutina... de esas feas que nadie entiende.
Pero gracias a las pastillitas de la felicidad, hoy creo que tengo que retomar el camino de aquello de los nuevos rumbos y nuevas visiones.
Para dónde? no tengo la menor idea. Pero me siento un poco más tranquila de saber que por más que le escarbé agua no salió.
Mientras tanto... seguiré con las happy pills... y esperando las señales necesarias para hacer de esta.. lo que debe ser.... una vida feliz

martes, 9 de agosto de 2011

Y un día...

Despiertas y te das cuenta que hacía un par de días que no notabas los colores. Que la ventana es más brillante, que el cielo es azul, que la casa del vecino es naranja, que el café sin azúcar sabe mejor.
También te das cuenta que llevas 3 días sin bañarte, con la misma ropa, sin cepillarte el cabello. Que hay pendientes. Muchos, que hay que salir, y aunque sea sin ganas; hay que hacerlos.
El día es diferente. Se siente diferente. El infierno comienza a apagarse y poco a poco comienzo a reconocer mi entorno, a recordar los planes (no claramente) a dejar de tenerle miedo a las letras. A fluír.
Las preocupaciones siguen... aunque son menores. Que el hambre aún no regresa, así como tampoco lo ha hecho las ganas de peinarme.
Mi departamento quedó como un cuartel de guerra. Pero el hada madrina llegó y con su escoba seguramente cuando regrese todo habrá vuelto a la normalidad.
La normalidad....  Palabra de la que no encuentro definición, lugar o espacio en mi existencia..... Normalidad.

lunes, 1 de agosto de 2011

De regreso al infierno?

Bueno, eso aún no lo sé. Pero puedo notar que mi humor los últimos días es completamente hormonal. Sí, nuevamente cambio de tratamiento que al paso al que voy puedo deducir que terminaré intentando nuevamente las happy pills de la farmacéutica moderna.
Hoy por la mañana desperté, intenté cepillarme el cabello. Tenía un nudo en las puntas y fué tal mi desesperación que tomé unas tijeras e hice un auto corte de cabello.
Mínimo quedó parejo.
Son apenas 2.46 de la tarde. No sé cuánto tiempo aguante en mi espacio laboral, en dónde además tengo toneladas de pendientes que intento hacer sin que me gane la desesperación que mi propio cuerpo no puede controlar.
Por si fuera poco el "gusto" furó exactamente un mes..... Despariciones normales que eran de esperarse. Ahora sólo me queda aplicar lo aprendido para no perder la razón, mucho menos el sentido y sobre todo aferrarme a la frase "en esta ocasión no pretendo ser condescendiente".
Necesito remodelar mi departamento.
Por mí, iría ahora mismo a comprar pintura y lo haría. Lástima que hay que trabajar.

viernes, 8 de julio de 2011

Ideas sin sentido.... o sentido sin ideas?

Nuevamente en el mismo lugar, pensando; eso sí, cosas absolutamente distintas como que quiero unas botas nuevas. (aunque eso no sería novedad)
He estado haciendo algunos ejercicios en dónde tengo que responder visualmente a la pregunta ¿quién eres? y chale!.... Ahí fué donde me quedé pasmada al darme cuenta de que después de tanto cambio (interno y externo) no tengo ni la más remota idea de quién soy.
Pero hay algo agradable en todo esto... aunque no lo sepa, comienzo a caerme bien y es una sensación sumamente agradable!

sábado, 25 de junio de 2011

Cambios... cambios

Mujer, 32 años; con una larga "relación" terminada apenas hace unos meses, busca cuál es su camino en la vida. ¿Alguna sugerencia?
Creo que esa oración es la que más describe mi momento. Ya pasamos de las paredes que no hablan, de los duendes malditos y ahora estoy en cierto modo "cool" analizando mi entorno y dándome cuenta del tiempo que ha pasado. No soy jóven, tampoco soy vieja. He pasado 8 años haciendo un trabajo que me sale bien pero no me gusta y desesperadamente me aferro a la idea de que debe de existir algo en el mundo que uno pueda hacer, que lo haga feliz y que al mismo tiempo permita pagar las cuentas para vivir si no excelentemente, digamos que dignamente.
Vaya sorpresas que me he encontrado en los últimos días. Mi búsqueda comenzó por aprender. Así que he entrado a un par de cursos con la finalidad de ser lo suficientemente crítica y decidir si alguno de esos es "mi camino" o en el sentido más práctico "tengo talento".
He tenido buenos resultados, pero en el proceso de profundizar un poco más dentro de esos estudios (porque no me siento lo suficientemente "preparada" como para lanzarme yo solita) me topo con esa terrible y temible casilla por cualquier mujer que después de los 30 no está casada ni tiene hijos, ni es divorcidad y vive de la pensión de su marido; y esa casilla es "aspirantes de 22 a 29 años".... al más puro estilo de Condorito "plop"... y ahora?
Modifico mi acta de nacimiento? Llego con los directivos y les digo que tengo la capacidad de hacerlo y que además en mis planes no están ni el marido ni los hijos? o me meto a un curso de fondant y me dedico a hacer pastelitos coquetos y servirlos en los showers, bautizos, cumpleaños y/o aniversarios de las fiestas que organizan mis amigas?
Creo que al igual que al terminar la preparatoria te dan un curso de orientación vocacional. Al terminar la universidad "alguien con experiencia" debería de dar un curso (con folleto incluído) acerca de como el mundo gira a una rapidez inusitada y que seguramente tendrás únicamente 3 años para poder decidir bien bien a eso a lo que te quieres dedicar, porque después de 3 años (ya qué decir 8) serás objeto digno de museo y tu supervivencia será únicamente producto de lo creativa que pueda ser tu imaginación para ganar dinero.
En fin. Sigo buscando opciones. Espero tener suerte. Y que sea lo que sea eso que busco, lo encuentre antes de los 42 (porque ya en todos los lugares que he investigado esa casilla no existe).

martes, 10 de mayo de 2011

Mudanzas...

El 5 de diciembre del 2007 llegué a este edificio. Feliz por encontrar trabajo justo antes de quedarme sin efectivo después de mi semestre sabático, y emocionada por saber que seriamos vecinos.
No recuerdo si le dije o no. Pero eventualmente nos encontramos y en una de esas millones de conversaciones después de comer le dí la noticia. Desde mi ventana en el piso 15 se podía ver el edificio en el que él pasaba los días.
Así de cerca. Sólo una calle.
Fuimos desarrollando diversas costumbres durante el tiempo que compartimos el "rumbo laboral". A veces él hacía la vista en el piso 15 otras yo cruzaba la calle hasta el piso 4. Procurabamos comer juntos lo más seguido posible. Tomamos toneladas de café, compartimos todas las tardes de marchas y fuimos escribiendo recuerdos por toda la larga avenida.
Con el tiempo él se fué. Yo me quedé en el mismo edificio. Las visitas eran esporádicas pero emocionantes. Esas llamadas de "asómate a la ventana" y verlo ahí, aventando besos al aire mientras yo veía con cara de idiota a alguien mandar besos a un edificio.
En el mismo lugar leí correos, hablé por teléfono, hice mi trabajo y en momentos de ocio disfruté por la ventana tormentas, atardeceres rosados, fúricas ráfagas de viento; viví en este edificio, temblores, simulacros, barricadas policiacas. Esperé, salí corriendo a la primer llamada. En ocasiones regresé sonriendo; en otras llorando, y fueron muchas las mañanas en las que llegué con lentes para que no se notara el estrago de las lágrimas durante la noche.
Durante esos años, seguí aquí. Esperando, para que cuando él volviera pudiese encontrarme aquí. Cuidando el piso, el rumbo, nuestros recuerdos, las casualidades, las coincidencias y así poder seguirlo llamado estúpidamente destino.
Me he ido secando poco a poco. Dejé de disfrutar el día a día laboral y todo mi entorno comenzó a convertirse en el nido de recuerdos dolorosos que hacían del simple hecho de pensar en "ir a trabajar" un infierno emocional por recorrer todos los días el mismo camino, ver por la ventana lo mismo, y controlar recordar todos los momentos vividos en la zona. Obviamente, el adios definitivo tenía que ser en el mismo rumbo. Quizá para cerrar el ciclo. Pero aún paso todos los días por los mismos lugares y considero absurdamente injusto que a él no le pase lo mismo.
Ahora toca la mudanza. Hemos comenzado a empacar. Afortunadamente me cambio de edificio; y sí, es por la misma zona pero estoy segura de que en aquella existen menos recuerdos y quizá más cosas por descubrir.
Así es que mientras reviso documentos, clasifico que se va y que se queda, es inevitable recordar por las fechas cada momento, cada problema, cada conversación, alegría, plan, proyecto o sueño que construímos juntos no sólo en este piso, sino en este rumbo. Encuentro papelitos, notas de periódico y archivos que me hacen recordar de inmediato tantas cosas que en su momento fueron emocionantes y ahora sólo causan un terrible dolor.
Hubiese deseado simplemente dejar todo aquí, o quizá tirar todo a la basura sin tener que ahcer el recuento (que por culpa de mi memoria fotográfica) con cada fecha laboral me hace recordar algún momento que se desarrolló a la par.
Pero por algo pasan las cosas. Aunque quisiera que la mudanza fuese automática, procuro empacar "dignamente" ese pasado al que le aposté mi vida entera, que me dejó deshecha y del que intento reconstruírme de entre lúgubres escombros.
No sólo es esa mudanza. También otra. Los planes para cambiar de trabajo siguen y así alejarme de ese entorno en el que me mantuve tanto tiempo con la estúpida idea de seguir con cierto vínculo (aunque fuese profesional) con él.
Nuevos aires  (aunque confieso que mis pulmones aún no aguantan todo el aire), mucho miedo (de enfrentarme después de tanto tiempo a todo aquello que no conozco o había olvidado) y la sensación de estar "como perro sin dueño" aún no se va. Aún extraño demasiado, una parte de mí no quiere aceptar que le aposté el todo a nada, todavía no me acostumbro a no "platicar los acontecimientos del día" o a tener pláticas explicadas en "palitos y bloitas". Aún quisiera ver esos ojos, o borrarme la imagen de las manos, quisiera dejar de desear encuentros mágicos y casuales que resuelvan todo.
Pero ya no está en mi. Y creo que esta mudanza es el mejor ejemplo de ello. Me resisto pero tengo que hacerlo.
Dejar ir ha sido una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer en mi vida. Pero encontrar nuevamente quien soy después de ello es infinitamente mucho más complicado, terrorífico, solitario y por el momento triste que he tenido que enfrentar hasta el día de hoy.

miércoles, 13 de abril de 2011

#5

Subí la barda. Llegué a la cima. Fue menos difícil que doloroso y melancólico. Pero al llegar arriba por unos segundos tome un respiro, abri los ojos y no vi nada.
Desde arriba no se podía ver nada... absolutamente nada. Creo que por que mis ojos están sucios aún por todo el moho que me encontré en el camino. Confieso que un par de veces quise ver de nuevo para atrás, buscando la escalera y había desaparecido. Pero repentinamente aparecieron a mi lado dos duendes.
Se veían y escuchaban amistosos, uno de ellos incluso trató de limpiar las lagañas de mis ojos para que pudiera ver el paisaje. Quizá por lo cansada que estaba decidí escucharlos. Sacaron una que otra sonrisa para que justo en el momento en el que pensé que quizá podría confiar en ellos, así. Sin más y sin darme cuenta tomaron impulso y me aventaron.
Pude escuchar sus carcajadas, sus burlas por ser tan confiada mientras me lanzaron en una caída libre cuyo fondo tardó mucho en llegar.
No sé si es cuestión de tiempo o de altura, pero lo que si se es que durante la caída pude ver literalmente toda mi vida frente a mis ojos. Recordar tantas cosas, y personas olvidadas. Lamentar tantas decisiones de todo tipo. Vi todo, mi vida profesional, mi vida amorosa, mi vida estudiantil, mis decisiones, recordé por qué las tomé y volví a sentir el dolor de cada evento desafortunado. No, no pude recordar las partes amables de la historia.
Y llegué al final. SPLAT! o algo así sonó mi cuerpo al azotar secamente contra el piso.
Y ahí estoy. No sé si tengo múltiples fracturas, o algún derrame cerebral. Lo que si sé es que no me dió amnesia y que no puedo moverme porque me duelen partes del cuerpo que no sabía que podían doler.
Sé que tengo que levantarme pero no puedo. Estoy cansada, así que creo que por el momento dormiré aquí. Sin moverme. Esperando que de alguna manera se curen todos esos raspones y que pueda ponerme de pie para explorar el horizonte.
Mientras tanto, me sigue doliendo la frialdad del muro y aún escucho en mi cabeza la risa burlona de los duendes.

jueves, 7 de abril de 2011

El mal humor de los días subsecuentes

Ahogada entre el dolor y una libertad desonocida no sé para dónde dar la vuelta.
A la derecha, a la izquierda... para el frente. Aún no puedo ver qué es lo que tengo a mi alrrededor. Pero si sé que me siento molesta. Con todo.
Esta nueva libertad desconocida se apodera de mi cuerpo y me hace sentir incómoda en todo. Con todos.
Ahora me doy cuenta que la realidad que soportaba. Toda... completa... me desagrada.
Hoy es uno de esos días en los que uno no debe de salir de la casa. El día comenzó con la llamada de papá preguntandome por el temblor.... (yo llevo temblando internamente 4 días, pero creo que no se refería a esos temblores)
Mi jefe cada día se vuelve más insoportable, caprichoso y absurdo.... Si, es posible... Lo consigue.. Cada día más.
La tarde se nubló y de primaveral se volvió otoñal.
No soporto una sola pregunta más de mi secretaria quien con toda la paciencia del mundo trata de ayudarme a cumplirle los caprichos a alguien que no tiene sentido de nada, del valor del dinero, del tiempo, de la puntualidad, del respeto por las ocupaciones de los demás y sobre todo de la formalidad que representa asistir a un evento diplomático. Justo es por eso que mis principios y sobre todo mi educación me piden a gritos que termine mi ciclo laboral aquí.
Hoy tengo terapia. Y ME urge ir, llegar y ponerle un poco de paz a toda esta maraña que me tiene idiota. Y sobre todo tan molesta.
Listo... me voy.

lunes, 4 de abril de 2011

#4

Y un día despiertas y te das cuenta que ya nada es igual, que el paso del tiempo ha hecho efecto, que las manos no son las mismas, que los cabellos son más blancos, que la mirada es dura y que la sonrisa difícil.
Ese día, te das cuenta que ya nada es igual, que las piernas pesan, que tienen venitas, que hay celulitis, que tu ropa no te queda y que los ojos ya no brillan.
Es imposible no aceptar el paso del tiempo, breve o no, hay situaciones que nos hacen envejecer a la velocidad de la luz, que nos hacen cambiar por completo todo, lo que sentimos, lo que pensamos, esas ideas lindas llamadas ilusiones que se rompieron como burbujas de jabón y ahora; simplemente ya no están. Y no hay agua, ni jabón ni arito para volver a hacerlas. Es más... es aliento es limitado para formarlas de nuevo.
Y ahí esta, la razón, motivo o elemento que ha dejado madurar el tiempo para bien o para mal; reconozco que en mi caso es para mal. Y está ahí. Permanentemene, sufriendo también las inclemencias del tiempo. Como una barda, firme y altiva en mi camino, que cada día se vuelve más erosionada, le crecen plantitas, le ponen grafitis. Oscura y húmeda, frente a mi. Como un reto que debo de pasar para seguir caminando. Sé que es más fácil rodear la barda. Sé, que cuando era bella (la barda y yo) debí de hacerlo. Cuando aún tenía fuerzas para simplemente caminar y dar la vuelta. Pero no. La empuje hasta que lastimé mis manos pensando que podría moverla. Me lastimaron sus espinas y seguí empujando. La humedad que creció en ella entró por mis pulmones y me impide respirar correctamente, tengo las manos sucias, la cara maltratada, no tengo fuerza paara seguir empujando.
Ante mi rotunda negativa a darle la vuelta (es decir, de la manera sencilla); esta semana, el tiempo me puso una escalera. Ahí la contemplo, recargada y firme y al parecer me permitirá cruzar la barda. Me ha dado miedo, mucho, porque no soy tan intrépida, porque estoy cansada, porque las escaleras no llegan así; de la nada. La contemplo, es una escalera buena, firme, su base es lo suficienemente sólida para soportar mi cansado cuerpo. Los peldaños se ven sólidos y sobre todo cómodos para aferrarse a ellos mientras trepo la barda.
Ayer agarré la escalera.... subí el primer escalón y ahí me quedé. Aterrada, temblando aferrada al peldaño. Sin bajar ni subir. Sólo ahí. Apretando los ojos y simplemente sintiendo el miedo a todo lo que da. Sé que bajar el pié no es opción, porque no sé si el piso en el que estaba ha desaparecido. Y sé que debo de dar un paso más hacia arriba si es que quiero seguir caminando. Pero no me atrevo porque no sé qué hay al final. No sé qué voy a hacer cuando llegue a la cima de la barda. Me aterra no poder imaginarme cómo es el paisaje detrás de ella. ¿Y si ya arriba me doy cuenta de que no puedo bajar, y me quedo ahí, sentada en una barda vieja, observando desde arriba un paisaje que no pueda alcanzar por el temor a que del otro lado no hay escalera y tengo que brincar? ¿Y si ese brinco duele más que todo lo que ha dolido la contemplación y el envejecimiento tanto de la barda como mío?
Estoy asustada.... Pero tengo que hacerlo. Todo está ahí. Sólo tengo que vencer el miedo.
¿Será que pueda?

viernes, 25 de marzo de 2011

Que alguien me explique!

Alguna vez han sentido que están tan ahogados con todas las cosas que pasan que es casi imposible ver, respirar, tragar e incluso moverse?
Bueno; así he estado los últimos dos meses y medio. Entre problemas emocionales, personales y de salud me he sentido terriblemente ahogada y pidiendo a TODOS los entes posibles un poco de claridad.
Hoy me pasó una de esas cosas raras que sólo me pasan a mi y que al mismo tiempo tenía mucho tiempo que no me pasaban.
Sentada en un café, casualmente (y es real cuando digo casual) comencé una conversación trivial con el personaje de la mesa de a un lado, quien después de contarme que da terapias y que si estaba dispuesta a tomar una (a lo que obviamente dije que si) resultó ser hijo de un personaje al que yo estimé mucho que falleció hace menos de un año.
Lo más impactante de todo, es que ese personaje siempre fué una especie de "luz" en mi vida, tanto profesional como emocionalmente. Sin saberlo ese personaje me motivó a muchas cosas y al enterarme de su muerte me dolió profundamente porque yo lo consideraba en cierto modo una especie de "guía".
Y aqui estoy, sentada en el mismo lugar del encuentro tratando de descifrar porqué esas cosas me pasan a mi.
Ese suceso desencadenó una serie de eventos que tenía mucho tiempo que no me pasaban y que me calleron como lluvia de señales, en donde me enteré de muchas cosas (de las que no me hubiese querido enterar) pero que seguramente significan algo ante las decisiones que tengo que tomar para cambiar mi situación actual.
He de confesar que por primera vez no entiendo nada de esas señales, no se como leerlas, me confunden, me agobian un poco pero he decidido no buscar su significado y simplemente dejarme llevar.
Casualidades.... esas que antes tanto me gustaban; ahora me aterran porque no las entiendo. Solo espero que sean buenas, que comience a abrirse el camino; y sobre todo que todo este bien. Ya hace falta

jueves, 6 de enero de 2011

Opps y que ya es enero....

No pues en aquello de "esperame tantito" el tiempo se hace sordo y al contrario, corre más rápido la mayoría de las veces sin que nos demos cuenta.
Ya es 6 de enero, día de reyes y bla bla bla y por más de que déjé mis 10 pares de zapatos regados por el departamento e incluso improvisé sólo por esta fecha un árbol de navidad. Esta mañana no había nada. Bu!
Pero bueno, despues de un desayuno de campeones (un yougurt, un redoxón y una taza de café) pienso seramente si ir a la oficina o preparar m viaje.
Aún no lo se.
Por el momento estoy tapada hasta la cabeza bajo mis sábanas. En el primer post del año (que espero que sean muchos) y tratando de ser positiva aunque no me sienta muy positiva que digamos por una que otra cosa que ha pasado.
En fin. Mi pregunta es, y en mi destino vacacional; cómo estará el clima?