Despiertas y te das cuenta que hacía un par de días que no notabas los colores. Que la ventana es más brillante, que el cielo es azul, que la casa del vecino es naranja, que el café sin azúcar sabe mejor.
También te das cuenta que llevas 3 días sin bañarte, con la misma ropa, sin cepillarte el cabello. Que hay pendientes. Muchos, que hay que salir, y aunque sea sin ganas; hay que hacerlos.
El día es diferente. Se siente diferente. El infierno comienza a apagarse y poco a poco comienzo a reconocer mi entorno, a recordar los planes (no claramente) a dejar de tenerle miedo a las letras. A fluír.
Las preocupaciones siguen... aunque son menores. Que el hambre aún no regresa, así como tampoco lo ha hecho las ganas de peinarme.
Mi departamento quedó como un cuartel de guerra. Pero el hada madrina llegó y con su escoba seguramente cuando regrese todo habrá vuelto a la normalidad.
La normalidad.... Palabra de la que no encuentro definición, lugar o espacio en mi existencia..... Normalidad.
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