Ahogada entre el dolor y una libertad desonocida no sé para dónde dar la vuelta.
A la derecha, a la izquierda... para el frente. Aún no puedo ver qué es lo que tengo a mi alrrededor. Pero si sé que me siento molesta. Con todo.
Esta nueva libertad desconocida se apodera de mi cuerpo y me hace sentir incómoda en todo. Con todos.
Ahora me doy cuenta que la realidad que soportaba. Toda... completa... me desagrada.
Hoy es uno de esos días en los que uno no debe de salir de la casa. El día comenzó con la llamada de papá preguntandome por el temblor.... (yo llevo temblando internamente 4 días, pero creo que no se refería a esos temblores)
Mi jefe cada día se vuelve más insoportable, caprichoso y absurdo.... Si, es posible... Lo consigue.. Cada día más.
La tarde se nubló y de primaveral se volvió otoñal.
No soporto una sola pregunta más de mi secretaria quien con toda la paciencia del mundo trata de ayudarme a cumplirle los caprichos a alguien que no tiene sentido de nada, del valor del dinero, del tiempo, de la puntualidad, del respeto por las ocupaciones de los demás y sobre todo de la formalidad que representa asistir a un evento diplomático. Justo es por eso que mis principios y sobre todo mi educación me piden a gritos que termine mi ciclo laboral aquí.
Hoy tengo terapia. Y ME urge ir, llegar y ponerle un poco de paz a toda esta maraña que me tiene idiota. Y sobre todo tan molesta.
Listo... me voy.
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