jueves, 23 de septiembre de 2010

El mundo antes de las 8 am

Siempre he sido madrugadora. Aunque siempre me vuelvo a dormir. Elegí por gusto uno de esos trabajos en los que tanto mi horario de entrada como de salida es variable; por lo tanto no tengo mayor problema en esperar a que la hora del tráfico disminuya lo suficiente como para hacer el recorrido lo "más" tranquilo posible.
Y pongo "más" entre comillas porque siempre me topo con una manifestación o cosas de esas que desquician y me hacen tardarme en ocasiones hasta media hora más para llegar al trabajo.
Pero bueno... hoy mi jefe me pidió que lo acompañara a una reunión a las 9 am. Pero muy amablemente decidió que era una buena idea que desayunaramos juntos a las 8.15.
Para ser puntual tuve que despertar antes de las 6 de la mañana (horario en el que únicamente despierto para tomar un vuelo) y salir con muuucho tiempo de anticipación porque desconocía las "condiciones de clima y tráfico" para este rumbo.
Pero bueno... hoy comprendo que el mundo de las 7 de la mañana es totalmente distinto al mundo en el que yo vivo. La gente es muucho más hostil, huraña, agresiva.
Los conductores de las 7 de la mañana son como una arma mortal o una bomba de tiempo, en cualquier momento se te avientan con fuerza, te empujan inesperadamente y son dignos de regalarnos casi cualquier enfrenón inesperado simplemente para probar nuestros reflejos o darnos "azúcar" del puritito susto.
Hoy pude notar que hay escuelas en todas partes y que los padres de familia estorban, deberían de dar educación en casa para desahogar el tráfico.
Afortunadamente llegué a mi cita justo a la hora establecida. 8.15 am y yo ya estaba sentada en la mesa esperando la llegada de mi jefe, cargando millones de papeles porque no sabía exactamente cuál era la razón por la que decidió invitarme a desayunar.  


Y ahí estaba yo. Tomando cantidades industriales de café y espere, espere, sin dejar de ver esta puerta con la urgente necesidad de que se abriera y apareciera mi jefe para poder saber qué diablos quería!. No llegaba, el tiempo pasaba, me desesperé y lo regañé vía txt msj. Pedí de desayunar.
Llegó 8.40, la reunión siguiente era a las  9 am y sólo tuve 15 minutos para preparar al "aire" la presentación de la reunión, e insistitirle en que ya era tarde.
Mientras eso pasaba, yo pensaba... calma, calma, toma un vuelo a las 13.30, sólo tienes que aguantar hasta esa hora.
Llegamos a la reunión a las 9.30 (se ve que la puntualidad es algo que usa a su conveniencia si y sólo si sea para regañar a los demás) y lo que estaba programado para durar 1 hora se extendió a 2.
Afortunadamente, y a pesar de que lo preparé a él al "vuelo", iba lo suficientemente bien informado como para acordar lo que queríamos independientemente de todos los contras que nos pusieron.
Terminó la reunión, me dió un aventón a mi auto y él (obvio después de darme una lista enorme de pendientes) se despidió de mí y se dirigía al aeropuerto.
Error!.......  15 minutos después me pidió que cambiara oooootra vez el vuelo para el último de la noche y que preparara todo para una nuva reunión para las 17 hrs.
y aquí estoy. Sentada en mi esritorio inentando despejarme un poco porque ya no encuentro ni pies ni cabeza a lo que tengo que hacer, tratando de mantener los ojos abiertos y con toneladas de trabajo.
Eso si.... totalmente convencida de que el mundo de antes de las 8 am, hace el resto del día desagradable.

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