jueves, 2 de diciembre de 2010

La importancia de hacerle caso a las señales.

Esta ha sido una semana laboral que puede ser calificada literalmente como un infierno en el que ha sucedido TODA clase de eventos desafortunados que han puesto en jaque no sólo mi paciencia sino mi salud física y mental.
Omitiré algunos detalles, pero
El día de ayer (entre otras cosas) mi jefe viajó a Aguascalientes. En su agenda (planeada con 1 semana de anticipación) tenía un viaje a Guatemala para el día de hoy a las 7 de la mañana donde asistiría a una reunión para la que necesitaba una cantidad importante de documentos, mismos que para elaborarlos, me tuve que exprimir el cerebro diplomáticamente.  A las 6 de la tarde, me llamó por teléfono para avisarme que había olvidado su pasaporte en Villahermosa, que una persona lo traía en un vuelo que llegaba al DF a las 840 y que por favor enviara a alguien a recogerlo y que después pasara por él a su regreso de Aguascalientes a la terminal 2.
(el chofer desaparecido)
7.00 cambió la instrucción. Me regreso en un vuelo privado. Que recojan mi pasaporte y yo les aviso a qué hora hay que ir por mí.
(el chofer desaparecido)
Justo cuando me disponía a irme YO personalmente al aeropuerto para interceptar al "mensajero" sonó el teléfono. Había una broncota enorme relacionada al contenido de los documentos que él llevababa para su exposición en Guatemala. Obvio no podía moverme de la oficina.
(el chofer desaparecido)
Plan B.- Le llamé a uno de los asistentes que en ese momento se encontraba atorado en el tráfico de esta ciudad con una bola de choquitos que no sabían moverse en la capital y que aún así se atrevieron a traer auto. Le pregunté que en cuanto tiempo se desocupaba para que se fuera en metro al aeropuerto a interceptar al "mensajero". Hay demasiado tráfico, contesto; pero haré lo posible.
Ya eran las 7.40 (el chofer desaparecido)
Yo atorada en llamadas. Llegaban mensajes por minuto de mi jefe preocupado por la noticia relativa al contenido de los documentos. Y pedía más y más y más cosas. (el chofer desaparecido)
8.10 el asistente atorado en el tráfico pero a punto de llegar a su destino. 8.20, tomó el metro rumbo a la estación boulevard puerto áereo. Tenía 20 minutos para llegar desde la estación zócalo.
Yo rezaba el rosario, mientras hacía llamadas y llamadas para enterarme si el contenido de los documentos que me costaron la mitad de mis neuronas iba a seguir como estaba previsto o tenía que cambiar de última hora. Me dolía la cabeza, yo creo que porque del nervio me estaban brotando a toda velocidad más canas.
8.30 Parsimoniosamente cruzó la puerta el chofer, con una gran sonrisa en los labios y con un jocoso "buenas noches tamarita, qué es lo que le tengo que llevar al jefe".
"Sientate Ricardo por favor, ...." Fueron las únicas palabras que pude pronunciar mientras a mi celular llegaban más y más mensajes "y mi pasaporte?" "y mis llamadas" "apenas voy por el metro oceanía".
No sé cómo pude guardar la compostura porque tenía ganas de aventar el monitor y al chofer por la ventana y ver mi ira descender vertiginosamente desde el piso 15 y estamparlo en el piso 1.
(el regaño lo omitiré)´
8.50 Tuve que confesarle a mi jefe, que el chofer desaparecido acababa de aparecer, que no sabía si podría conseguir que el asistente interceptara al mensajero en el aeropuerto y que aún no tenía pasaporte.
"Y ahora? yo tengo que salir a Guatemala mañana a las 7 de la mañana, y como vas a localizar al mensajero?" (no pudo pensar en eso antes de salir de su casa y olvidar su pasaporte?)
"En eso estoy Sr. estoy haciendo TODO lo posible por conseguir su teléfono para ver en dónde lo puedo alcanzar"
Plan C.- Con la mayor de las vergüenzas tuve que interrumpir a uno de mis ángeles de la guarda justo cuando hablaba en una presentación pictórica y no podía contestarme el celular. Insistí e instití hasta que pude comunicarme. Me dió el teléfono del "mensajero".
9.10 Ya con el teléfono en mano le pedí al chofer que llamara él y que intentara resolverlo. Mientras tanto, el asistente llegaba corriendo al aeropuerto y vió... ahí... paradito en la fila de los taxis; justo a una persona de subirse a uno y desaparecer al portador del mentado pasaporte.
9.15 El pasaporte estaba en nuestro poder.
Así sucedieron las cosas y entre llamadas y mensajes dieron las 11 de la noche. Mi jefe llegó en su vuelo privado, y ya tenía los documentos corregidos, el asunto arreglado, pasaporte en mano y MUY mal humor.
Afortunadamente pude guardar la compostura hasta que me subí al auto dónde lloré como chamaquita desprotegida. Llegué a casa, recordé que no había desayunado y obviamente portaba un olor a cenicero de antro que me traía idiota. Además no había nada para preparar más que atún.
(omitiré mis pensamientos)
Tomé doble dosis de té de tila, pastilla para dormir y tomé la decisión de no hacer ningún tipo de análisis del día. Me quedé profundamente dormida.
Hoy desperté temprano. Mi cabeza comenzó a girar y a pensar y a analizar muchas cosas. Por un momento pensé que apagaría el teléfono y no vendría a trabajar.
No sé por qué olvidé apagarlo pero se me fué el tiempo tomando café, viendo televisión y leyendo algunas cosas al mismo tiempo que la confusión sobre mi futuro crecía.
9.45 am. Sonó el teléfono.
La agencia de viajes llamaba para avisar que el vuelo Guatemala México programado para hoy a las 8.10 de la noche del día de hoy, había sido cancelado por cuestiones de operación.
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Mandé el respectivo mensaje, notificando a mi jefe del inconveniente.
-Pero cómo??? Cómo puede ser que no lo supieras???
-Señor, no entiendo cómo cuando usted documentó a las 7 de la mañana no le notificaron esto en la aerolínea.
- Pues eres una "mentirosa" por que aquí tengo a dos personas más que regresaban en el mismo vuelo y ellos no saben nada.
- Yo le sugiero que les diga que marquen a su oficina y que confirmen el dato.
- No sé cómo le vas a hacer pero necesito estar mañana temprano en villahermosa.
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Busqué todas las vías. Panamá, El salvador, Costarica,.... la única opción era vía Houston (ooobvio había olvidado su visa)
- La única opción que puedo darle es mañana saliendo a las 7 de la mañana vía Panamá y llegando a México a las 14.30 y enlazarlo a villahermosa a las 16.30
No!... algo tienes que hacer. (por un momento pensé que me apellidaba TACA, pero no....)
Pues después de todos los intentos habidos y por haber, afortunadamente mi "mentira" se validó cuando los otros dos asistentes confirmaron en sus respectivas oficinas que lo que yo había dicho era verdad, que la única opción era la que yo estaba dando. Pero eso sí. Jamás agradeció la eficiencia de ser el primero en tener esa información.
Luego siguió lo del hotel. Todos llenos.
En fin. Apenas son las 4.41 pm y aunque todo está cubierto, mi jefe aún no está "satisfecho" con el resultado de las cosas, y por supuesto quiere que yo haga por teléfono esas cosas que sólo puede hacer él directamente en el mostrador de la aerolínea.
Moraleja....
El destino se encargó el día de ayer de darnos todas las señales necesarias para entender que él NO debía volar a Guatemala. Retamos al destino, hicimos magia, conseguimos todo, y al final. Murphy hizo lo que se tenía que hacer... dejarlo varado en otro país, porque la señal era que no debía de ir y no pudo ni quiso entenderlo.
Esta experiencia me ha dejado muchas cosas, además de tensión nerviosa y un cuello que apenas puedo mover.
Creo que debo de ver mis señales. Esas que me están diciendo que no tengo que aferrarme a resolver los imposibles. Que a veces las cosas pasan por algo y si no se dan es por que en realidad no deben de darse.
Sé que debo de cambiar de trabajo. Pronto. Desafortunadamente no me atrevo. No entiendo por qué tengo tanto miedo de dar ese "salto mortal" que me lleve quizá a una vida más tranquila y económicamente más redituable.
Lo que si rconozco es que hay algo en mi que está cambiando. Que tiene la imperiosa necesidad de revalorar los 8 años que le he regalado a este negocio (sean cuales sean las causas y razones) y quizá volover a replantear todo desde el principio. Sea lo que sea que eso signifique.
Tengo mucho que pensar y sobre todo que decidir y poner en acción. Afortunadamente hoy tengo terapia, misma a la que hoy creo que llegué por creerme la "todopoderosa".